viernes, 13 de junio de 2008

Para mi amiga Acacia!


Ensayo sobre lo que quisimos decir pero no,... no lo dijimos
(Una buena razón para ser odiado)

Inevitablemente, aún cuando podamos ser considerados como personas que jamás dudan en el momento de opinar o responder, pese a que tengamos la rapidez suficiente como para contestar o explayarnos sobre cualquier tema ante una situación no prevista, nos quedará la sensación de que no escogimos los términos adecuados. Quizás, no sean los términos los que nos hagan recapitular sobre un speech pero si, el orden en el que desgranamos las frases o el énfasis que usamos, y hasta los silencios que pudimos haber usado y rellenamos con palabras que en frío, ya no nos satisfacen.

Siempre podemos volver sobre nuestros pasos y decir lo que dijimos en el modo que nos satisfaga, o adoptar miles de variantes, pero me permito dudar de la efectividad de los discursos reciclados. Antes bien, adhiero a la ancestral teoría “Dilo como venga, si había otro modo de hacerlo te enterarás (O no), estará bien de todos modos”.

Muchas personas pasan gran cantidad de tiempo a lo largo de sus vidas mordiéndose habitualmente el labio inferior, enmarañándose el pelo o dándose soberbios cachetazos al repasar alguna conversación, discusión o cambio de opiniones que mantuvo con uno o más interlocutores en el transcurso del día, o varios días antes, meses y hasta años quizás.

“ – Si le hubiese dicho lo que en realidad pensaba... –“(a)
“ – Si lo hubiese ignorado y me hubiese ido a tiempo... –“
“ – Si hubiese apuntado bien el esputo... –“

Estas son algunas frases que posiblemente alguien que ha reconstruido una discusión o conversación pueda formular en el momento del análisis producido por la insatisfacción y por el sentimiento arraigado de que “Alguien la sacó barata porque uno ha sido poco efectivo al ametrallar con letras”.

Estimo que los seres humanos nos dividimos en cuatro grandes grupos en este rubro al que podemos denominar “Lo que dije no me satisfizo”. El primer grupo, al que pertenezco, son las personas que dicen absolutamente todo y complementan con un bonus track el repertorio. Están los que prefieren madurar las frases, ensamblarlas y decirlas ya digeridas y ultra repasadas. El tercer grupo aglutina al que sencillamente se acoge a la Ley 294/1 del Manual Coloquial revisado y modificado por el Decreto 0,2 que la regula y hace uso del silencio como toda respuesta. Y los últimos, que podrían archivarse en los “Varios” de esta división, son un híbrido resultante de los tres grupos mencionados anteriormente.

El ensayo que comienza está realizado obviamente desde la óptica de alguien perteneciente al primer grupo mencionado. Otras serían las conclusiones y las conjeturas si miembros de los restantes grupos opinaran al respecto.

“Inicio del Ensayo”

No me interesa, no me despierta curiosidad, no me importa y hasta rechazo sin leer o escuchar cualquier conclusión o conjetura de alguien perteneciente a uno de los restantes grupos. Adopto la misma postura, (con salvedades), para mis pares en el modo de expresar lo que sentimos, salvedades estas, ínfimas, y que habitualmente olvido con facilidad.

Las personas que prefieren madurar una frase, un pensamiento o un discurso son aquellas que lo dicen sin excepciones a la regla, “Tarde”. Siempre, sus atildadas respuestas, correctas y ensambladas son “nada” porque están fuera de tiempo y espacio. No me interesa oír una chorrera de palabras prolijas cuando son el fruto de millones de tachaduras y enmiendas.

Cuando alguien se despacha con este tipo de discursos, habitualmente reciben de mi parte una nueva metralla de espontaneidad la cual deben repensar, recalcular, hurgar y desmenuzar para continuar contestando. Patético. Me animo con un ejemplo veloz y sintético, en negritas el discurso armado, pensado y hasta escrito, ¿porqué no?:

- “... bla bla bla porque eso es lo que en realidad quise decir y no encontré palabras. No estoy de acuerdo con vos en que ... bla bla bla porque no pude explicarte que a mí las cosas me parece que deben manejarse de otro modo y ... bla bla bla ... creo que no nos conocemos lo suficiente, o debemos conocernos un poco más para ... bla bla bla ... ¿Me entendés? –
- ¿Esto que decís tiene que ver con lo que hablamos la semana pasada? –
- Si, eh... creo que hace una semana que discutimos –
- Ok, ok, ok, entónces, ¿tampoco sexo oral? –

Vendrá ahora el recálculo y el armado posterior. El enroque de frases, los cambios de acentuación para aplicar a las palabras que sonaron débiles y el cambio de algunas que no hayan tenido en sí mismas la fuerza suficiente que el diálogo exigía.

Granjear enemigos por estas declaraciones es algo a lo que estoy acostumbrado pero realmente no puedo “endulzar” mis conclusiones para no herir susceptibilidades. Más aún cuando el reclamo vendrá horas, o días después cuando el cerebro está enfrascado en otras cuestiones. Si esa persona sabía lo que quería, sabía lo que no quería y hasta sabía si dudaba sobre ambas cosas, ¿porqué mierda no lo dijo?.

Ok, todos tenemos personalidades distintas. Pero todos tenemos dos orejas y una boca. También un cerebro, y aquí es donde habitan los moderadores sociales, los religiosos, los morales, los que activan la vergüenza, la duda, y el mutismo. ¿Se puede ejercitar ese maldito músculo y entrenarlo posteriormente para una nueva manera de proceder?. Si. Definitivamente Si. Me importa realmente muy poco, casi diría nada, lo que tengan para decir los estudiosos de este tema, hayan escrito libros o no.



¿Quién no puede reeducar su cerebro?, el que fallece; el que no nace; el que no quiere, el miedoso, los que creemos que no necesitamos hacerlo porque sencillamente no necesitamos hacerlo, el menemista, un integrante del Opus Dei, un violador e infinidad de mujeres lamentablemente.

Recuerdo que considero que los cerebros que deben ser reeducados son los que no funcionan del mismo modo que el mío, lo lamento pero fui claro al especificar desde que óptica doy desarrollo a este ensayo. Me insultan por mucho menos a decir verdad, entonces vale el insulto generado por estas líneas que no pretenden otra cosa que hacer uso del poder de análisis que cada uno esgrime, o no, o mal quizás ... No tengo porqué disculparme.

Los que amparados en Decretos que regulan leyes como enuncié anteriormente, hacen uso del silencio, se rebelan inútilmente contra la sabiduría popular que los condena con ese viejo adagio que reza “El que calla otorga”.

¿Puede haber algo tan dramático y que nos quite tanta energía como esa persona que inexpresivamente nos escruta mientras nosotros los cubrimos de palabras, letras y signos de puntuación?. Es un flagelo. Es un disparador de violencia, en todas sus formas por supuesto, doméstica, laboral, etc. Etc.

¡Hablarle a dos ojos que pestañean!, es algo insólito. Quizás algo amortigua el ingreso de las palabras mediante un mecanismo de autodefensa que se dispara automáticamente y esas personas entran en un coma momentáneo hasta que cesan de ser golpeados por palabras y gotitas de saliva (porque a esta altura, a los que nos toca lidiar con ellos nos es imposible no ponernos nariz contra nariz quizás buscando una mejor recepción del audio).

Y si no pestañean, ¡es peor!, entran en ese estado autista incomprensible. En el caso anterior al menos, esa persona que no habla (quizás si escuche) puede, movida por la contundencia de la verborragia a la que se la somete al menos suspirar, o pasar la lengua por sus labios resecos o mover su nariz. Pero los que no pestañean entran en un estado hermético del que dudamos pueda volver.

Vuelven, claro que vuelven. Parecen boludos pero no lo son. Esta clase de personas puede tener reacciones inesperadas, como por ejemplo una escupida, una puñalada, un cachetazo o patada en los miembros, algún golpe de puño también. O pueden darse vuelta y alejarse caminando lentamente. En este último caso no soy de los que aconsejan tomarlos de un brazo para hacerles volver, estamos ante una psiquis realmente limada, in “extremis violentareum” la definió el Dr. Stromboli (1959 – 1986). Gran médico peruano quien confirmó esta teoría irrefutable al recibir por parte de un interno de su clínica, adicto al onanismo compulsivo, un millón de puntapiés en su cuerpo luego de que no atendiera sus consejos sobre el exceso de tal práctica y lo abandonara hablando solo en el pabellón. (*)


Los híbridos, la mezcla caprichosa de la naturaleza de estos tres grupos en una sola persona no son fáciles de encontrar. Y aún cuando pudiéramos toparnos con ejemplares de este tipo sabemos reconocerlos fácilmente y no desperdiciamos ni un suspiro como intento de comunicación.

No me interesa evaluar como interactúan estos tres grupos entre si pero creo, que ha de ser valioso el observar los esfuerzos y las herramientas a las que acuden para relacionarse.

Los cuatro grupos son susceptibles de alterar su conducta. No están exentos de esta contingencia. Aún aquellos que pertenecen al primer grupo pueden bajar un peldaño hasta el segundo grupo o quizás dos, hasta el tercero ante la mirada helada de un jefe, el grito demencial de un policía (aclarando que es imposible soslayar el efecto devastador que tiene sobre el cerebro de un uniformado el calce de la gorra o el casco con frente de acrílico).

Una amenaza fundamentada puede acallar al más verborrágico y convertirlo en un párroco de confesionario, y hasta un arma puede silenciar a la mismísima Nazarena Velez.

Los que no bajamos de peldaños ante ninguna contingencia por lo general tenemos muertes violentas, nos quedamos sin trabajo fácilmente, no somos invitados a muchos cumpleaños o casamientos, somos objeto de que las personas prefieran caminar más de lo debido para no cruzarnos por la calle o en el peor de los casos podemos llegar a ser políticos de gran envergadura (con todo lo que la palabra pueda dar a entender).

Y para el que no conozca aún a que grupo de personas pertenece, o no sabe si precisa de ayuda psicológica, o se relame mirando las vías del tren para no escuchar más a nadie, van aquí algunos ejemplos con los que cierro este ensayo que me enorgullece y por el cual voy a ser insultado como siempre.

Sepa que es Ud. De una buena vez

1.- Su jefe le ha gritado delante de todo el personal, lo ha recriminado por algo mal hecho justificadamente. Pero ha usado adjetivos calificativos denigrantes y usted solo se ha limitado a observarlo, GRUPO 3

Si a los cuatro días del incidente Ud. Pide hablar con esta persona para aclarar algunas cosas que le han herido, GRUPO 2

Si en el mismo momento en que su jefe se ha dado vuelta Ud. Se defeca mientras compulsivamente se saca cera de las orejas y se las pega en el pelo, GRUPO 4

Si firma el telegrama de renuncia mientras intenta quitarse de su puño uno de los colmillos de su jefe, GRUPO 1


2.- Transcurrieron dos horas y media de la hora señalada para encontrarse con esa persona con la que iba a tomar un café. Parecía que una magia singular flotaba entre ambos y pudiera ese encuentro haber sido el inicio de algo íntimo.

Ud. Envía un “Te esperé” al celular de esa persona transcurridos siete días desde el papelón, GRUPO 3

Repite la acción anterior pero al día siguiente y agrega datos como donde estuvo, como vistió para la ocasión, las cosas que pensó hasta que el reloj le orinó en la cara, GRUPO 2

Ud. Pide su vigésimo quinto café y hunde los dedos en él para convencerse que hay cosas que duelen más que un plantón, mientras que habiéndose descalzado apoya una de las patas de la mesa sobre el dedo pequeño del pie, GRUPO 4

Ud. Balea el frente de la casa de esta persona a las cuatro de la madrugada escribiendo con los disparos, 17:30 (hora en la que debían encontrarse), GRUPO 1


3.- Ud. Está completando esta lectura, y encarando este tercer ejemplo:

GRUPO 4, Posiblemente se esté insultando, me esté insultando, sienta náuseas y hasta puede que maltrate su teclado, aún así, reenviará este ensayo a otra persona.

GRUPO 3, Nadie del grupo 3 ha llegado a esta instancia del ensayo, se han quedado en (a).

GRUPO 2, Esta es la decimosexta vez que llega a este renglón y todavía sigue recortando y pegando frases con las que no está de acuerdo. Luego buscará como contestarlas y escribirá un borrador con el producto final. Lo estudiará, resaltará frases que lo hagan lucir como alguien que medita seriamente sobre cualquier cuestión y me enviará una contestación terminado el mundial.

GRUPO 1, Ud. No querrá contestarme, sabe que yo volveré a hacerlo, y no podrá detener una nueva contestación, con lo cual, todo terminará en una hora señalada para determinar quien de los dos puede continuar siendo verborrágico con algunos dientes menos.



(*) No se ha comprobado, ni los peritos del departamento forense lo han volcado en sus informes, que el interno luego vejara reiteradas veces a Stromboli curándose así definitivamente de su adicción.

2 comentarios:

ACACIA dijo...

Millones de gracias!!!
Espectacular!
Ya estoy suscripta a tu blog para enterarme cada vez que postees (sin tener que visitarlo constantemente a ver si).
Y... ya voté. jeje

Besos y felicitaciones (uh! te decepcioné! no hubo insulto!)
Acacia

Anónimo dijo...

JAJAJAJA!!
naah, muy bueno!

El dr. Stromboli jajajajajaja!!!